Las nuevas técnicas genómicas (NTG), una innovación que puede impulsar una agricultura más sostenible, competitiva y resiliente, centra las sesiones de trabajo de la reunión informal ministerial de Agricultura celebrada en Córdoba.
Una de las prioridades del programa de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea de este semestre es la seguridad alimentaria. La UE, que es una potencia mundial en la producción y exportación de alimentos, tiene una gran responsabilidad en este aspecto, especialmente ante las distorsiones del mercado provocadas por los desafíos geoestratégicos pero, sobre todo, ante el reto de los efectos de la crisis climática y sus consecuencias en forma de sequías y otros fenómenos meteorológicos que afectan a la producción agrícola.
Plantas más resilientes
Las NTG son técnicas que pueden ayudar a obtener nuevas variedades vegetales de manera más rápida y con mayor precisión que las técnicas clásicas de mejora genética. De esta forma, permiten introducir las mejoras genéticas deseadas que se han identificado previamente a partir de los estudios del ADN de la planta. Estos cambios pueden ser modificaciones simples, equivalentes a las que podrían obtenerse de forma natural o con las tecnologías de mejora clásica, o modificaciones más complejas.
Las NTG incluidas en el ámbito de la propuesta de la Comisión del pasado mes de julio son tecnologías que permiten modificar el genoma de una manera precisa y eficiente, sin introducir material genético de especies no compatibles. Este factor es clave para diferenciarlas de las técnicas de transgénesis, utilizadas para obtener los conocidos como organismos modificados genéticamente (OMG).
La importancia de las NTG es reconocida internacionalmente y su aplicación para editar el genoma fue objeto de un Premio Nobel en el año 2020.
¿Por qué son importantes estas técnicas?
Las NTG son importantes porque permiten introducir cambios de manera precisa en las plantas, dando lugar a cultivos eficientes y adaptados a los escenarios climáticos existentes. Eso ayuda a incrementar la sostenibilidad del sistema alimentario a través de variedades vegetales mejoradas, con mayor resistencia a sequías, altas temperaturas y otras situaciones extremas, o que requieran menos fertilizantes y fitosanitarios. También pueden contribuir a combatir el desperdicio alimentario gracias a productos vegetales con mayor vida útil, o a producir alimentos con un perfil nutricional mejorado.
Ya contamos con ejemplos de desarrollos en investigación con estos tipos de tecnologías y para estos rasgos, en los que está trabajando el sector de I+D+I europeo. Estamos ante avances científicos y tecnológicos muy prometedores para el futuro de la agricultura y la alimentación, como variedades de maíz mejor adaptadas a las sequías, patatas resistentes a patógenos que reducen la dependencia de fitosanitarios o productos como los champiñones que no pardean, de forma que se aumenta su vida útil y se reduce el desperdicio de alimentos.
¿Qué regulación existe?
La Presidencia española del Consejo de la UE centrará el debate de la reunión de Córdoba en este ámbito, con la base de la propuesta legislativa presentada por la Comisión Europea el pasado 5 de julio, que tiene como objetivo establecer un marco legal para estas tecnologías y, de esta forma, adaptarlas al progreso científico y tecnológico para garantizar su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y al Pacto Verde y sus Estrategias, al tiempo que se mantienen los altos estándares de protección de la salud y el medio ambiente.
La propuesta legislativa de la Comisión se resume en los siguientes puntos:
- Máxima protección de la salud y el medio ambiente, con cultivos y alimentos seguros.
- Contribución a la sostenibilidad de todo el sistema agroalimentario.
- Aumento de la competitividad del sector agroalimentario, garantizando la diversidad de modelos que lo integran y la libertad de elección.
- Creación de oportunidades de investigación e innovación, incluyendo a las pymes.